El arrepentimiento de Pedro fue muy rápido. Lucas nos dice que en ese momento «saliendo afuera, lloró amargamente». No nos cabe duda de que cada una de sus lágrimas eran evidencia de un arrepentimiento genuino y real. Debemos tomar esto en consideración, sobre todo en una época como la nuestra, cuando las personas que dicen arrepentirse, apenas entienden la seriedad del pecado ni sienten dolor por ellos.