Nehemías: Atacado por el enemigo (1ª parte)
Nehemías era un hebreo en Persia cuando escuchó la noticia de que el Templo en Jerusalén estaba siendo reconstruido. Su preocupación creció sabiendo que no había muro que protegiera a la ciudad. Nehemías pidió a Dios ser utilizado para salvar la ciudad.
Dios respondió a su oración ablandando el corazón del rey persa Artajerjes, quien no solo le dio su bendición, sino también los suministros para ser usados en el proyecto. Nehemías obtuvo el permiso del rey de regresar a Jerusalén, donde fue hecho gobernador.
A pesar de la oposición y acusaciones, el muro fue construido y los enemigos silenciados. La gente, inspirada por Nehemías, ofrendó diezmos y mucho dinero, materiales, y la mano de obra para completar el muro en 52 días, a pesar de mucha oposición.
Sin embargo, este esfuerzo unido duró poco, porque Jerusalén cayó nuevamente en la apostasía cuando Nehemías se ausentó por un tiempo. A su regreso después de 12 años, encontró los muros fuertes, pero la gente debilitada. Él se dio a la tarea de enseñar moralidad a la gente, y no se anduvo con rodeos.
“Y reñí con ellos, y los maldije, y herí a algunos de ellos, y les arranqué los cabellos, y les hice jurar, diciendo: No daréis vuestras hijas a sus hijos, y no tomaréis de sus hijas para vuestros hijos, ni para vosotros mismos” (Nehemías 13: 25). Él Restableció la verdadera adoración a través de la oración y animó a la gente para un avivamiento mediante la lectura y sujeción a la Palabra de Dios.