
Isaí: Dios es el padre perfecto que necesitamos
Isaí, el padre del rey David, tuvo varios hijos, pero cuando el profeta Samuel fue a ungir al futuro rey de Israel, Isaí no consideró a David digno de ser elegido.
Presentó primero a sus hijos mayores, fuertes y con apariencia de líderes, pero Dios le enseñó una lección importante a Samuel:
«El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.» (1 Samuel 16: 7)
Esta historia nos deja una enseñanza valiosa para los padres: no debemos tener favoritos entre nuestros hijos ni juzgarlos por su apariencia o habilidades externas. Cada hijo es único y tiene un propósito especial en los planes de Dios.
A veces, sin darnos cuenta, podemos demostrar preferencias, ya sea porque uno de nuestros hijos es más obediente, más talentoso o simplemente más parecido a nosotros. Sin embargo, esto puede causar heridas en el corazón de los demás hijos, llevándolos a sentir rechazo o resentimiento.
La historia de David nos muestra que Dios no elige según la apariencia, sino según el corazón. Como padres, debemos seguir este ejemplo y amar a cada hijo por quien es, valorando sus dones y ayudándolo a desarrollar su potencial sin comparaciones.
En Gálatas 3: 28, la Biblia nos recuerda que todos somos iguales ante Dios:
«Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.»
Así también, en nuestras familias, cada hijo es igualmente valioso y amado. Cultivemos un amor equilibrado, afirmemos su identidad y guiémoslos en el temor de Dios, recordando que Él tiene un propósito especial para cada uno.