La vida de Abraham también nos muestra la bendición de la simple obediencia. Cuando se le pidió que dejará su familia, Abraham lo hizo. Cuando se le pidió que sacrificara a Isaac, Abraham «se levantó temprano a la mañana siguiente» para hacerlo.
Abraham, al igual que la mayoría de nosotros, pudo haber sufrido ante estas decisiones, pero, cuando llegó la hora de actuar, él no dudó. La obediencia no es opcional cuando Dios ordena algo.